26. LA SINGULAR LAGUNA DE TALAYUELAS
Hay
una algarabía de patos lanzando al aire sosegado de la tranquila mañana otoñal
sus graznidos, si es que resulta lícito aplicar este término, propio de
cuervos, gansos y similares, al simpático (aunque en ocasiones malhumorado)
palmípedo que encuentra en la laguna de Talayuelas un hábitat generosamente
apropiado. Están felices los gallipatos (realmente, así se llama la especie
dominante en este paraje) cuando la generosidad de las lluvias encuentra su
reflejo directo en el paralelo enriquecimiento de las corrientes fluviales y,
de remate, en el nivel freático de la laguna. Y eso, el agua abundante, es bueno para todos los habitantes del mundo
natural (también, claro, para el ser humano) pero muy en concreto para la
barahúnda de aves llegadas hasta aquí cada temporada en busca de espacios para
nidificar. Se pueden ver, en las épocas propicias para ello, el zampullín
chico, el ánade real, el rascón común, la polla de agua, la focha común, la
garza real, el pato cuchara, estos dos últimos proclives a pasar aquí toda la
invernada, sin olvidar el grupo de paseriformes que nidifican en los pastizales
inmediatos.
Hacia el sector nordeste de la
provincia, allá donde Cuenca se orienta hacia tierras levantinas, la Laguna de
Talayuelas forma un enclave realmente singular, un golpe de belleza y encanto
en el corazón de un abrupto paraje serrano, donde surge este pequeño rincón
(apenas 30 hectáreas ),
señalado con preferente atención por las aves que la han elegido para su
descanso en el habitual trasiego anual.
Talayuelas es un pueblo moderno, en el
que la evolución urbanística ha sustituido las antiguas construcciones
populares por una edificación contemporánea, envuelta por envidiables parajes
naturales, como El Cañón o Las Callejuelas y en el que también se encuentra la
atractiva ermita de San Antonio.
Pero lo que hoy nos cita aquí, en este
repertorio viajero por la provincia de Cuenca, es la laguna de Talayuelas, un
espacio ciertamente interesante,
un humedal natural ayudado por la acción humana al bloquear la salida de las
aguas y que tiene alrededor abundante vegetación hidrófila. Se trata de una
laguna de origen endorreico, importante por sus particularidades hidroquímicas
y geomorfológicas, que sirve de asiento a una valiosa población vegetal y
animal. Los geólogos valoran de manera destacada la presencia de materiales del
triásico que aparecen en los alrededores de la laguna, al considerar que este
afloramiento es uno de los más importantes de la provincia de Cuenca. Tiene
poca profundidad, variable además en función de las circunstancias ambientales,
ya que se alimenta con aguas subterráneas y de lluvia.
No solo de animales voladores vive la
laguna de Talayuelas, un interesante humedal natural enclavado en un espacio
donde, aparentemente, no debería estar, pero lo está, formando en el mapa una
deliciosa mancha azulada, circular, en un ambiente de poderoso roquedo, áspera
textura, montaraces senderos envueltos por el rigor de la siempre austera
Serranía. Aquí, el vibrar del viento trajo materiales de color rojo intenso que
fue depositando con su fuerte contenido cuarcífero al que ayudó a fijarse una
potente vegetación natural, dando así origen a una llamativa formación natural
cruzada por espectaculares desfiladeros que recibió de los naturales del lugar
el específico título de Plaza de Toros.
Pues ahí, en el centro del redondel, al amparo de un círculo montañoso
protector, se encuentra la laguna. En ella, si lo más llamativo (entre otras
cosas, porque son ruidosos, aunque también abundan los silenciosos reptiles y
anfibios) vienen a ser los animales, no es posible perder de vista, pues a la
vista está, la generosa vegetación acuática, también dependiente de las
aportaciones hidrológicas, que cuando es abundante se traduce en una explosión
de juncales surgiendo en rodales anárquicamente distribuidos sobre la
superficie líquida. Al norte
de la laguna se encuentra un pinar sobre suelo arenoso al que se concede un
gran valor florístico.
Es
bellísima esta laguna de Talayuelas, un toque delicadamente sensible en ese
ambiente aparentemente áspero, a escasos metros de la carretera nacional, de la
que se esconde con tímida pulcritud, como si no quisiera ser vista de buenas a
primeras. Para llegar a ella hay que buscarla, tomar un pequeño sendero a
través del pinar y llegar al paraje señalado. Los naturales del pueblo (y de su
aldea inmediata, Casillas de Ranera) lo conocen de sobra, como es lógico, pero
permanece oculto a quienes siguen caminos marcados por el presuroso ir y venir
característico de nuestra época.
Es, por
decirlo con palabras asequibles que intentan reflejar el lenguaje oficial y
científico, un pequeño enclave paradisiaco, un aporte de belleza y
sensibilidad, que ha podido sobrevivir a los avatares de los tiempos y llegar
hasta nosotros, para deleite de la humanidad sensible.
[La laguna de Talayuelas fue propuesta por
el gobierno español como lugar de interés comunitario dentro del espacio
Sierras de Talayuelas y Aliaguilla y declarada microrreserva natural por
Decreto 17/2003, de 04-02-2003, de la
Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha].
Cómo
llegar
Por la carretera nacional N-330, entre
Talayuelas y Casillas de Ranera, a la altura del kilómetro 223 sale a la
izquierda una senda que en seguida se divide en tres; por cualquiera de ellos
se llega a la laguna, aunque es recomendable el central. A una distancia de
unos 600 metros
se encuentra el paraje deseado.
Dónde
dormir y comer
Pensión
San Antonio. Príncipe de Asturias, 10; 969 363 115
La
Casa Grande. Casa rural. Calle Real, 38, 618 070 268 / 618 495 681
Casa
María Juliana. Casa rural.
Alonso de Ojeda, 25. 610 833 594
En
Casillas de Ranera:
Casa
El Camino. Alojamiento
rural. Castellanos, 2; 969 366 067
Restaurante
Lactarius. Reyes Católicos, 28. 679 589 201
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